No todas las descargas están monitoreadas y todos los drenajes terminan en la presa de Valle de Bravo.
Redacción AN / GS/agosto 4, 2019 1:30 pm/Por Rocío Muñoz-Ledo /Investigaciones Especiales AN. En el muelle municipal de Valle de Bravo un señor recolecta las botellas de plástico que los visitantes han abandonado a la orilla de la presa Miguel Alemán. Desde ahí llega un olor fétido, una capa de lama verde o café en otras zonas cargada de microorganismos tóxicos cubre la superficie. El problema no es nuevo pero el incremento de desarrollos inmobiliarios en la zona y la mala gestión de aguas residuales por parte de las autoridades han contribuido a que los índices de contaminación en el lago sean cada vez más altos.
Alrededor de esta presa que abastece de agua potable a la Ciudad de México, y a municipios del Estado de México, hay decenas de casas de descanso, así como lanchas, restaurantes y locales comerciales.
El lago almacena el líquido que cada segundo se envía a plantas de tratamiento que no funcionan para su potabilización.
“Como hay más hoteles, casas, fraccionamientos pues tienen una necesidad de hacer descargas y no todas estas descargas están monitoreadas”, apunta Juan Carlos Lara Delgadillo, abogado de la oficina regional en Valle de Bravo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA).
La infraestructura existe. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha construidoplantas de tratamiento y cárcamos para sanear las aguas negras que finalmente se vierten en la presa. Sin embargo estas plantas, cuya operación fue designada a la Comisión del Agua del Estado de México (CAEM), no funcionan.
“Desafortunadamente no hay un trabajo de operación y mantenimiento de las plantas tratadoras, tampoco de los cárcamos y eso provoca que todos los drenajes terminen en la presa de Valle de Bravo”, señala Noé Rocha, líder de Guardianes de Valle de Bravo, una asociación civil que busca recuperar el patrimonio ecológico del municipio.
A mediados de mayo, trabajadores de CAEM acudieron a la planta de tratamiento Velo de Novia, ubicada en en la comunidad de Avándaro, para preparar su rehabilitación. Casi dos meses después, el Vocal Ejecutivo de la CAEM, Alfredo Pérez Guzmán, informó que emprenden “la sustitución del reactor aerobio por un filtro biológico, la disminución de equipo electromecánico y la implementación de humedales”.
Además, aseguró que se construyeron dos muros ecológicos “mecánicamente armados”, de 500 y 700 metros cúbicos.
“La planta como tal todavía no está funcionando. Llegaron, pintaron, habilitaron algunas cuestiones, es decir, circularon y colocaron unas bases para poder contener la obra que ya existía pues había el riesgo de derrumbe (…) como muros de contención pero hasta ahí nada más (…) está pendiente todavía”, dijo Rocha.
Con el inicio del verano, miles de turistas llegan a Valle de Bravo a instalarse en sus casas de descanso, muchas de ellas con vista al lago. La presa de Valle, conocida por sus paseos en lancha y otras actividades acuáticas, tiene la capacidad de almacenar 394 millones de metros cúbicos y es parte del sistema Cutzamala que abastece de agua potable a la Zona Metropolitana del Valle de México.
Aquí, la principal actividad económica es el turismo. En 2012, Conagua ordenó la suspensión de actividades acuáticas en la presa, incluida la prohibición de navegar con lanchas de motor, uno de los mayores atractivos del lugar, al detectar microalgas que brotaban en la superficie.
La medida afectó la economía de los locales prestadores de servicios turísticos quienes en su momento se manifestaron contra la prohibición y propusieron colaborar en la limpieza del lago para no verse afectados.
Pero el problema sigue ahí pues las causas de fondo no han sido atendidas: “se hacen limpias, saneamientos, durante un corto tiempo. Se toman medidas pero no medidas específicas que trunquen las causas que dan orígen a la contaminación de la presa”, señala Delgadillo.
El abogado asegura que a pesar de que la ley municipal y federal establece que las autoridades deben regular y monitorear las descargas de aguas residuales, existe una falta de coordinación institucional y las autoridades se “avientan la bolita”.
“Se tienen que atacar las causas que le están dando origen, es decir, el incremento de población y una planeación estratégica territorial… que se empleen políticas públicas basadas en evitar la contaminación”, considera Delgadillo.
Por su parte la activista medioambiental, Natalia Fentón, junto con un grupo de ciudadanos, envió cartas a presidencia de la República y a diferentes dependencias como la Cofepris o Semarnat para solicitarles cancelar el triatlón organizado por AS Deporte. Pero el evento deportivo terminó por llevarse a cabo en abril pasado pese a las advertencias sobre los riesgos a la salud que puede causar la contaminación del lago.
El exceso de materia orgánica y nutrientes como nitrógeno y fósforo han generado una densa masa de fitoplancton con un “fuerte olor a excremento”, lo cual indica la presencia de microorganismos “potencialmente tóxicos” que pueden afectar la piel, provocar enfermedades gastrointestinales e irritación de mucosas nasales y oculares, según un estudio realizado por el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a petición de activistas medioambientales de Valle de Bravo.
Ante las denuncias ciudadanas, el abogado del Cemda asegura que las autoridades tomaron “medidas inmediatas” y llevaron a cabo un “saneamiento rápido”, sin embargo, apunta, “no era suficiente y finalmente decidieron llevar a cabo el evento deportivo”.
“Todos se están echando la bolita. Cofepris contestó que no le tocaba a ellos. Conagua dice: ‘mi obligación es almacenar el agua, mandarla a la planta de tratamiento y luego al Distrito Federal [Ciudad de México]’ (…) unas cartas de una cuartilla atendiendo el problema. Esta es el agua que estamos mandando a la Ciudad de México y no sabemos si las plantas de los Berros, por ejemplo, están en las mismas condiciones”, señaló Fentón.
En su estudio, los expertos de la UNAM recomiendan retirar las natas superficiales en las zonas afectadas, enterrarlas en puntos alejados de la orilla del lago y cubrirlas con aserrín para reducir la emisión de olores fétidos, al tiempo que se permite su descomposición natural.
Además, sugieren que se realicen recorridos en toda la zona litoral del embalse con las autoridades federales y municipales, para identificar descargas puntuales de aguas negras.
Expertos medioambientales y activistas se esfuerzan y emprenden acciones para salvar a sus comunidades, pero para ser efectivos en materia ambiental es necesario tener una visión global. Actualmente, las acciones que se toman en cualquier rincón del mundo pueden tener alcances insospechados a gran escala.